La enfermera ecuatoriana ha procurado perfeccionare y volver más científica y rigurosa su preparación y el ejercicio de sus prácticas. La imagen de la enfermera está por encima de los horrores de la devastación, es tradicional desde el instante en que mujeres como Florencia Nightingale, su fundadora, resolvieron dar lo mejor de sí para consolar, ayudar y alentar a los seres humanos víctimas del sufrimiento y del dolor.
Dentro de las clínicas, hospitales y centros de salud de todo el mundo, existen numerosas mujeres que cumplen la función esencial, el cuidado de los enfermos. Son pues ellas las que desde los albores de la vida están encaminadas a desarrollar una labor humanitaria y sublime con el prójimo.
Ningún servicio de salud, puede funcionar sin las enfermeras, cuya actividad y labor no es fácil, requiere de ciertas cualidades esenciales y sobre todo una fuerte vocación. Tradicionalmente ha venido desempeñando el papel de “dama de blanco” que cuida y conforta a los enfermos y casi siempre a su lado puede asegurarse que las órdenes del médico se cumplan. La Enfermería es una de las profesiones de la salud más altruista y generosa, es aquella que más está en contacto con la angustia e incertidumbre. Su misión de velar por los enfermos va concomitante con la tecnología de la medicina que avanza, y las acciones de las enfermeras se han extendido a diferentes especialidades con los conocimientos y métodos específicos, por eso se han aumentado más años de estudio en las universidades; con la Médica y Geriátrica, y otras afrontan los problemas específicas de los pacientes.
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