DIEGO DE VELAZQUEZ
DIEGO DE VELAZQUEZ |
Nació en Sevilla en 1599, empezó el
estudio de pintura a los 10 años de
edad, en el taller de Francisco Pacheco, para 1617 recibió la licencia para
ejercer la profesión en todo el reino de España, pinta con mucha maestría y
talento natural, algunas de sus obras tempranas pese a ser muy bellas se
convierten en “Casi inventarios de utensillos” sin comprender que esa pasión
por registrar en las figuras todo detalle con realismo, será justamente lo que
en sus obras posteriores de a Velásquez su dimensión de pintor genial.
Se dice que fue influenciado por
Tintoretto y por Caravaggio y el Greco, pero desarrolló su estilo propio que
influyó en otros grandes artistas incluso varios siglos después de su muerte
(como en el caso de Salvador Dalí, pintor español del siglo 20).
En 1623 conoce al poderoso Gaspar de Guzmán, conde duque de
Olivares que fue quien logró que Velásquez retratara al rey y al príncipe de
Gales, gracias al duque Velásquez ingresa a la corte y con ello logra
establecerse en Madrid con un muy buen salario.
Para esos momentos en la obra de
Velásquez era muy común el querer ironizar sobre la mitología, presentando en
sus obras personas comunes parodiando los capítulos mitológicos tal como en
“Los borrachos o el triunfo de Baco y la fragua de Vulcano”
En 1629 es enviado a Italia, pero en todo caso este largo viaje
(regresó en 1631) deja una honda huella en él como artista
Durante el periodo de 1628 a 1635 realiza algunas de sus obras más aclamadas y por las
que obtiene mucho prestigio: los borrachos, la fragua de Vulcano, la rendición
de Breda y los retratos ecuestres de
Felipe IV, el príncipe Baltasar Carlos y el famosísimo Conde Duque de Olivares
a caballo.
En 1643 Velásquez obtiene el título de
“ayuda de cámara” del rey y poco tiempo después el de “superintendente de obras
reales”
Regresó a Italia bajo orden del rey
como agregado en la embajada española para adquirir algunas pinturas italianas
para la corona española y recibir a la
archiduquesa Mariana de Austria, novia de Felipe IV. Allí en Roma pintó al papa
Inocencio X y al verse retratado el Papa comentará que el retrato le parece
“demasiado real”.
En 1656 finaliza una de sus obras más
célebres, las Meninas, obra de singular belleza y de una gran calidad técnica
que nos muestra a un Velásquez en su pico más alto, obtiene el grado de
Caballero de Santiago y continúa pintando hasta que el 6 de agosto de 1659
fallece. En su casa se encuentra una biblioteca “gigante” para la época, 150
tomos sobre pintura, arquitectura, perspectiva, filosofía, poesía antigua,
historia, lingüística, equitación, tecnología etc., lo cual nos demuestra la
gran curiosidad que la mente de este genio tenía.
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