El 13 de mayo de 1830, en el
salón máximo de la Universidad de Santo Tomás de Aquino (más tarde Universidad
Central del Ecuador), se reunió una asamblea de Corporaciones y padres de
familia de la ciudad de Quito. De acuerdo con el acta que suscribieron, tras
hacer una serie de consideraciones, acordaron una toma definitiva de posiciones
frente a la Gran Colombia, soñada por Simón Bolívar, a la que el Departamento
del Sur (o Ecuador) pertenecía desde 1822. Es decir, apenas cinco días después
de la Batalla del Pichincha del 24 de mayo, con la que se conquistó la
independencia del país frente al imperio español. En efecto, los participantes
de la reunión reconocieron que habían mantenido la integridad nacional de
Colombia. Pero las cosas se habían precipitado, pues ya se habían separado
muchas de las provincias. Por tanto, Quito no podía resistir más la voluntad de
sus pueblos, ni los sentimientos de la nación “para salvarse de los horrores de
la anarquía y organizar el Gobierno más análogo a sus costumbres, circunstancias
así como a sus necesidades”. En consecuencia, acordaron que “en ejercicio de su
soberanía” constituían un “Estado libre e independiente” con los pueblos
comprendidos por el otrora Distrito del Sur de Colombia. Además, que encargaban
“el Mando Supremo, Civil y Militar al general Juan José Flores hasta que se
reúna la Convención del Sur”. Le autorizaban nombrar a los funcionarios que
requiera y a que realice cuanto crea conducente al mejor régimen del Estado.
Que 15 días después de haber recibido las actas de los pueblos se convoque al
Congreso Constituyente de acuerdo con un reglamento que sería expedido. Que si
dentro de cuatro meses no se instala el Congreso, nuevamente se reunirá “el
pueblo para deliberar sobre sus destinos”. Y que el Ecuador “conocerá siempre
los eminentes servicios que ha prestado a la causa de la libertad S. E. el
Libertador, cuyas glorias, que son las de Colombia, se conservarán entre
nosotros como un depósito sagrado y se transmitirán a la posteridad, para su
gratitud y admiración”. De este modo se concretó la separación del Ecuador de
la Gran Colombia y su nacimiento como nueva república. El ambicioso Flores supo
moverse con astucia en medio del derrumbe de la unión bolivariana, para
consolidar su figura como caudillo del naciente Estado. Reunido el primer
Congreso Constituyente en agosto de 1830, legitimó lo actuado. Nombró como
Presidente al general Juan José Flores y expidió la primera Constitución del
país. Ahí se consagró una república oligárquico - terrateniente, con exclusión
de la ciudadanía para la mayoría nacional. Pese a todos esos resultados
sociales y políticos, el 13 de Mayo de 1830 es la fecha del nacimiento del
Estado del Ecuador y debió recordarse con un amplio despliegue de actos con
significación nacional. Pero la fecha, que apenas se vivió unos días atrás,
pasó desapercibida y hasta olvidada. Ello se debe al peso que todavía parecen
tener en la tradición histórica del país, las circunstancias que rodearon a la
separación ecuatoriana de Colombia. También a los “amarres políticos” para el
ascenso de Juan José Flores y hasta a los regionalismos de aquella época, que
despertaron celos incluso con el nombre “Quito”, con el que se debió
identificar a la nueva república.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/quito/mayo-nacio-Ecuador_0_263373670.html.
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