miércoles, 28 de enero de 2015

28 DE ENERO DE 1912 ASESINATO E INMOLACIÓN DE ELOY ALFARO



 

La paz se acordó el 22 de enero por medio del Tratado de Durán, que firmado por los generales Pedro J Montero, por los alfaristas, y Leónidas Plaza, por los gobiernistas, garantizaba la vida y bienes de los generales vencidos y de todas las personas -civiles o militares-, que  hubiesen tomado parte en el movimiento revolucionario.

Al caer la tarde los generales alfaristas se retiraron a sus hogares a Guayaquil, situación que fue aprovechada por el Gral. Plaza para capturarlos uno a uno sin la menor resistencia.  Consumada la traición se ordenó el enjuiciamiento militar del Gral. Montero, quien fue cobardemente asesinado durante el proceso, en la tarde del 25. Al caer la noche, de acuerdo a lo planeado, los otros prisioneros fueron llevados a  Durán a bordo de una pequeña embarcación, y luego, en el mismo ferrocarril que Alfaro había construido con tanto sacrificio y esperanza, fueron enviados a Quito, al altar de la inmortalidad. 

En las primeras horas del día siguiente el fúnebre convoy inició su macabro viaje; viaje que había sido cuidadosamente planeado para que el pueblo quiteño tuviera los ánimos exaltados en contra de los prisioneros. Primero llegaron a Quito los soldados placistas con sus muertos y sus heridos; y luego, cerca del mediodía entraron los generales vencidos, y entre gritos, vejámenes e insultos proferidos por los cobardes, malandrines y asalariados de Freile Zaldumbide y su gobierno títere, fueron conducidos al Panóptico y encerrados en celdas individuales.

Inmediatamente comenzó la sangrienta faena. La barbarie, el sadismo, el crimen y la venganza se dieron la mano con el pueblo quiteño en el horrendo festín, y juntos escribieron una de las páginas más vergonzosas de la historia del Ecuador. El pueblo, arengado por los politiqueros, gobernantes y oportunistas, asaltó el presidio e inició la inmolación de los mártires. 
Uno a uno todos fueron asesinados, y sus cuerpos, mutilados y ensangrentados, precedidos por prostitutas, matarifes, clérigos y cocheros, fueron arrastrados por las calles de Quito hasta El Ejido. Ahí estaban tomando parte del festín: José Cevallos, José Chulco,  la Pacache, la Piedras Negras y Las Potrancas; los hampones y los canallas; mientras en algún rincón de la casa de gobierno, Freile Zaldumbide simulaba ignorar lo que estaba sucediendo.

Perpetrado el Asesinato de los Héroes Liberales, el pueblo, los homicidas, los gestores del crimen, todos se retiraron pacíficamente a sus  casas como si nada hubiese pasado mientras en El Ejido los martirizados cuerpos eran consumidos por el fuego  de La Hoguera Bárbara.
Fue el 28 de enero de 1912.

Diccionario del Ecuador Efrén Avilés Pino
La Muerte de Alfaro constituye una de las páginas más luctuosas de la Historia del Ecuador, muerto el líder, el portavoz de las ideas, se asegura definitivamente que las llamas de las ideas no iluminen nuevamente las conciencias, la política no es otra cosa que el dominio de uno junto con otros  sobre otros y son más crueles cuando la tecnologías son puestas al servicio del dominio, substituir un rey cívico por otro nunca es el mejor camino, las ideas combatirlas con otras y recordar es más fácil hacerlo cuando  las tienen ya trilladas. Los personajes históricos me gustan analizarlos en el contexto de su vida entera, no perdiendo de vista el futuro, para no  caer en las idolatrías del pasado,   pensar siempre que la Historia es para forjadores del futuro.
 Alfonso Pesantes Martínez

TOMADO DE: http://www.efemerides.ec/1/enero/0128.htm
 

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