La comunidad americana y países hermanos de otros
continentes recuerdan hoy la muerte del Libertador Simón Bolívar, que ocurrió
pasadas las 13:00 de un día como hoy de 1830, en una modesta habitación de la
quinta San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, Colombia.
Relatan sus biógrafos que el personaje trató de
vencer el difícil trance que lo inquietaba, más la enfermedad minó su organismo
y le ganó la batalla; a ese final ayudó su espíritu agobiado por la deslealtad
de cercanos colaboradores.
Bolívar topó en Santa Marta el 1 de diciembre y
fue invitado por el español Joaquín de Mier a descansar en su quinta cercana al
pueblo; allí, el Padre de Cinco Naciones dedicó los últimos momentos de su vida
a largas meditaciones y a exhortar a sus allegados para que se mantuviera la
unidad grancolombiana. Dolorosamente todo llegó a su fin aquella tarde
decembrina. El guerrero tenía 47 años, pues nació en Caracas, Venezuela, el 24
de julio de 1783.
Con la desaparición del militar y estadista
quedaron para la posteridad los laureles de Carabobo, Boyacá y otras triunfales
campañas militares; su pensamiento, sus reflexiones y vibrantes escritos, como
el ‘Discurso al Congreso de Angostura’, la ‘Carta de Jamaica’, ‘Mi delirio
sobre el Chimborazo’, ‘Carta a Fanny’, entre otros.
Simón Bolívar es aún figura de biografías, está
vigente con su obra emancipadora y su pensamiento de universal trascendencia,
tal como aquel que dice “Combatid, pues, y venceréis. Dios concede la victoria
a la constancia”. En cambio, el escritor cubano José Martí, admirador del
prócer, resaltó la trascendencia histórica de la obra bolivariana con la frase:
“De hijo en hijo, mientras América viva, el eco de su nombre resonará en lo más
viril y honrado de nuestras entrañas”.
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